Radiografía de las puertas giratorias: 15 exministros y 40 exaltos cargos copan el Ibex
La llegada de antiguos altos cargos políticos a las grandes empresas, bautizado con el nombre de ‘puerta giratoria’, ha dejado casi de ser llamativa por efecto de la reiteración. Sin embargo, sigue siendo noticia dado que es una práctica cuyos resultados para las compañías generan muchas dudas. Lejos de ocupar cargos ejecutivos, los políticos suelen pasar sin pena ni gloria e incluso alguno, como el ex presidente del Gobierno Felipe González, ha confesado que se aburría en su desempeño
La semana pasada, Elena Salgado, ministra de Economía en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno, se incorporaba al consejo de administración de Nueva Pescanova. Hasta ahora ha sido el último caso de alto cargo político que ha desembarcado en la gran empresa, aunque ni mucho menos es la primera experiencia de Salgado en el arte conocido comúnmente por el gráfico nombre de ‘puertas giratorias’. Apenas tres meses después de dejar el Ejecutivo, tras la victoria del Partido Popular en las elecciones generales de 2011, se incorporaba a Endesa para trabajar al servicio de su filial latinoamericana. Poco después fichaba por Abertis para uno de sus consejos asesores.
Tampoco es un caso aislado dentro de la categoría de antiguos ministros. Hasta 15 de ellos, la mayoría de las últimas legislaturas, se encuentran actualmente formando parte de consejos de administración de las grandes empresas españolas. Según diversos escrutinios elaborados por los medios de comunicación, más de 40 ex alto cargos políticos están presentes en diversos organismos de las 35 mayores empresas cotizadas del país, las que componen el índice selectivo de la Bolsa.
De este modo, los cálculos hablan de una media que supera la cifra de un ex cargo político por compañía aunque la distribución no es precisamente homogénea. Por encima del resto, destaca la incidencia de puertas giratorias en el sector energético, algo que los expertos atribuyen a su alto componente regulatorio.
También son las compañías de este ámbito las que más alto apuntan a la hora de contar con políticos en sus filas. Así, Endesa ha contado con el ex presidente del Gobierno José María Aznar como asesor mientras que su antecesor en la Moncloa, Felipe González, ocupó durante algunos años un asiento en el consejo de administración de Gas Natural (actualmente, la ex ministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmedia, también es consejera de la empresa que preside Salvador Gabarró).
Aportaciones más que dudosas
Precisamente, fue Felipe González quien puso el dedo en la llaga en el asunto de las puertas giratorias al asegurar que dejaría su cargo en la gasista porque se aburría. Hasta el momento, ninguno de los restantes políticos incorporados a la gran empresa se ha manifestado en tales términos aunque es posible que el motivo haya sido no haber sufrido un ataque de sinceridad.
Nadie recuerda que alguno de ellos tuviera un papel destacado en alguno de los consejos u organismos de los que formaron parte. Y no será por falta de tiempo para hacerlo. El ex ministro de Administraciones Públicas y de Interior Ángel Acebes cumplirá cuatro años como consejero de Iberdrola; seis años y medio lleva en el de la problemática Abengoa Josep Borrell, antiguo ministro de Obras Públicas y ex presidente del Parlamento Europeo; y nada menos que nueve años ha permanecido la ex ministra de Medio Ambiente Isabel Tocino en el máximo órgano ejecutivo de Banco Santander. Ejemplos del absoluto silencio que rodea sus actuaciones.
Ha sido precisamente la entidad financiera presidida por Ana Botín la que ha protagonizado dos de los más recientes ejemplos de puertas giratorias, con las incorporaciones de la antigua directora general del Tesoro y ex presidenta de la Sareb Belén Romana, que forma parte del consejo de administración, y del ex secretario de Estado de Economía José Manuel Campa para comandar el departamento de relaciones con inversores.
Puertas de entrada y salida
En algunos casos, las puertas giratorias no solo son de entrada sino también de salida hacia la política e incluso algunos ex altos cargos se han encontrado en plena rotación. El caso más paradigmático fue el de Codere. La compañía de juego incorporó en 2005 como secretario de su consejo de administración a Rafael Catalá, que había ocupado diversos cargos en la administración durante los Gobiernos de Aznar, entre otros, los de subsecretario de Hacienda y secretario de Estado de Justicia.
Tras la victoria del PSOE en las elecciones de 2004, Catalá encontró acomodo en Codere donde permaneció siete años, el tiempo que tardó el PP en recuperar el Gobierno. Por entonces, Catalá dejó la empresa de juego para incorporarse al Gobierno como secretario de Estado de Infraestructuras (el número 2 del Ministerio de Fomento) y su relevo en Codere lo tomó Juan Junquera, que había sido secretario de Estado de Telecomunicaciones con el Gobierno Zapatero. La compañía aseguró que consideraba necesario contar con alguien que conociera muy bien la Administración, toda vez que el del juego es un sector notablemente regulado.
El extremo caso de Rodrigo Rato
El caso extremo y recordado por todos fue el del ex vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía Rodrigo Rato, que llegó a ser fichado por tres grandes empresas como Santander, Telefónica y La Caixa cuando dejó la presidencia de Bankia. El resto de la historia es bien conocida.
¿Qué se busca con esta práctica que levanta tan fuertes críticas? Los expertos no se ponen de acuerdo. Por un lado, señalan la búsqueda de influencia en el ámbito político, de ahí que proliferen en empresas de sectores muy regulados; otros van más allá y apuntan a una posible devolución de favores.
Sea como fuere, y a pesar de las voces que se han alzado contra ellas, las puertas giratorias no parecen pasar de moda. Y menos ahora, cuando un buen número de altos cargos políticos podrían perder sus puestos por un cambio de Gobierno.
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